1 AÑO EN 1 POST

Había dormido casi toda la noche de una vez, aunque algún sueño le hubiese hecho creer haberla pasado en una desesperante vigilia. Sólo se despertó cuando la enfermera entró para sacarle sangre. Su hija, mi madre, ya estaba a su lado. Tenía sed, pero no podía beber agua. El infarto cerebral le había dejado la parte izquierda del cuerpo dormido, pero este sueño no era ni bueno ni malo, era para siempre. Las cuerdas vocales también las tenía afectadas, por eso no le salía la voz, por eso le sonaba a Pepe Isbert en “La gran familia”. Pasó un rato con los ojos cerrados. Cuando ya advirtió vida alrededor, llamó a mi madre con el brazo sano. “¿Sabes que vas a ser abuela?” Había esperado para revelarle su sueño. Cerró los ojos y siguió trabajando contra la sed como pudo. No tardó en abrirlos de nuevo con una sonrisa en los labios secos, con una idea súbita que le llegó como un premio a la mala noche. “Si tú vas a ser abuela, yo voy a ser bisabuelo.” No le dio ninguna entonación a sus palabras, quizá no pudo, pero dejó escapar una risa. Fue breve, pero mostró toda la alegría que portaba. La tarde anterior, mi hermana había llamado a su mejor amiga. Ya había comprado el predictor. Dio positivo. Después de reír y llorar juntas, llamó a su marido para darle la noticia. Y lo siguiente que hizo, ya casi sin tiempo, fue ir a la estación de trenes donde su madre, mi madre, estaba a punto de coger el tren. Tuvo apenas un minuto para darle la noticia. Mi hermana la dejó sin expresión alguna en la cara. Sólo reaccionó durante el viaje en tren, en el breve trayecto a pie hasta el hospital, al ir subiendo en el ascensor, y al entrar en la habitación, su hermana, mi tía, la vio con una enorme sonrisa, aunque no dijo nada. Este año se ha ido mi abuelo, quien me dijo muchas de las palabras más valiosas que he oído, y dentro de poco, seré tío por primera vez.