Nunca el tiempo es perdido, sólo un recodo más de nuestra ilusión, ávida de olvido.
Primer single del segundo disco de Manolo García en solitario, del mismo nombre, en 2001. Siguió con las mismas señas que en su primer disco y que en El Último de la Fila, letras muy elaboradas, profundas, y ritmos pop con toques flamencos o árabes.
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