el sexo es la inocencia misma
Manuel Puig se caracteriza por integrar en sus novelas diversos lenguajes ajenos al literario, como canciones, películas, folletines, programas de radio... También procuró siempre recuperar el habla de la calle en sus textos. Todo esto podemos verlo en esta novela, quizás su obra más conocida. Este libro es sobre todo un canto a la libertad, y eso que casi toda la historia transcurre en una celda argentina. Ahí conviven dos presos en principio muy distintos: uno encerrado por sus ideas políticas (Valentín) y otro por su homosexualidad (Molina), los dos delitos más perseguidos durante la dictadura argentina de los años 70 y 80. Muy distintos sólo en un principio, pues a lo largo de la novela ambos personajes se van uniendo hasta llegar a no saber quién es cual. Puig nos presenta los diálogos sin un narrador de forma que perdemos el hilo de quién habla cada vez, y así los dos dicen lo mismo. Ya no hay un homosexual y un luchador contra el régimen (¿un estereotipo de la masculinidad?). La libertad les llega a través de las películas que Molina le cuenta a Valentín, películas que habría firmado sin duda el mismo Almodóvar. Y paralela a la historia de estos presos, el autor nos va contando con datos científicos, en unos amplísimos pies de página, la misma historia que estamos presenciando en la ficción, enseñándonos que lo que nos presenta es una realidad inequívoca: La realidad política de Argentina y la realidad dual del ser humano.
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