Obra maestra del cine de intriga. Scorsese traza un laberinto perturbador en el que nos perdemos todos, y aun al encontrar la salida al final de la película, seguimos teniendo la sensación de que hemos ido a parar a un decorado que oculta más oscuridad. Nos encontramos ante una historia de Hitchcock, pero un Hitchcock despiadado, kafkiano, implacable en su narración del viaje alucinado del protagonista (un inmenso DiCaprio) por un paisaje inquietante y lleno de baches, vericuetos, trampas. Perturbados por la oscuridad brillante de las imágenes, nos dejamos embaucar por la historia, reforzada magistralmente por unos magníficos flashbacks, nos abandonamos a la voluntad de lo que el director quiera hacer con nosotros. Aunque el giro final lo vemos venir, no creo que eso sea un hándicap. Al contrario, el guión juega con nosotros para que dudemos de todas las ideas que nos vayamos haciendo a lo largo del metraje. Una película, en definitiva, que no hay que perderse.
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