Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
Según el propio Borges, en el epílogo de este volumen, los relatos y poemas que conforman este libro son los más personales que ha "dado a la imprenta". Los escritos tratan sobre todo sobre el proceso de la escritura, siempre desde la óptica borgiana, llena de intertextualidad. Por las páginas del libro desfilan Cervantes y el Quijote, Homero y Ulises, Shakespeare, Ariosto y el propio Borges. Porque el proceso de escritura que describe es su proceso de escritura, desde su concepción del universo (el más fascinante que conozco), hasta las relación entre lo que se describe y lo escrito. Aunque no se considera una de las grandes obras del escritor argentino, cualquier libro de este genio está siempre muy por encima de la media.
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