
Adapatación al cine de la obra de Pérez Reverte, más que aceptable. Dirigida por Pedro Olea, la ambientación está muy cuidada, el vestuario y los decorados nos llevan a un siglo XIX convincente. Es imposible trasladar toda una obra literaria tal cual a la pantalla, el cine se tiene de valer de estrategias para hacer patentes algunos detalles que en el libro quedan más ocultos o simplemente no aparecen porque no hacen falta para completar la trama. La premura de la hora y media de metraje impiden que la relación entre el maestro y la pupila, la parte esencial del libro en la que comprendemos el sentido de la vida y el honor del primero y que en realidad es lo que desencadena todo el enlace final. La película es un thiller de principio a fin, y eso le resta riqueza, aunque a mí no me ha defraudado. La escena de esgrima final, por ejemplo, me gustó bastante.
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