Esta película es un documental sobre lo que podría haberse visto en la serie de cincuenta conciertos que Michael Jackson iba a ofrecer en Londres. La pantalla muestra a un ser escuálido, apocado e incluso ridículo en su vestimenta. Esto cuando no hay música. Cuando la música suena, vemos a un genio en todos los sentidos, por cómo se mueve (dejando en pañales al elenco de bailarines que lo acompañan escogidos de entre los mejores del mundo), por cómo canta (capaz del tono más dulce, del sonido más funky, del grito más rockero), por cómo siente la música, por cómo la música fluye por él. Las imágenes que nos hacen imaginar lo que iba a suceder en esos conciertos son en muchos momentos impresionantes, pero lo más espectacular de todo es la música, porque esa persona que se come el escenario es la misma que muchos años antes creó cada una de esas canciones que han sido decisivas en la historia de la música en los últimos cuarenta años. Ese es para mí el gran valor del film, y es por eso también que me parece muy importante que las últimas generaciones lo vean, todos aquellos que han (o hemos) crecido con la imagen de un Michael Jackson excéntrico, perturbado, rodeado de escándalos de todo tipo; para que todos nos demos cuenta de la importancia de este músico y la calidad suprema de su música, su gran legado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario