Cuando se habla de comer, hecho por lo demás importante, sólo los necios o los enfermos no le dan el interés que merece.
El debut de Laura Esquivel en la literatura fue un gran éxito en México, donde se pronto se convirtió en el libro más vendido en décadas. La autora mexicana se subió al carro del realismo mágico para contar la historia de un amor imposible. Como me pasó con "La casa de los espíritus" de Isabel Allende, no he podido quitarme de la cabeza la obra magna de este género literario: "Cien años de soledad" de García Márquez. O más bien, he estado pensando siempre en la novela de Allende, que siempre me recordó a la del maestro colombiano. Así que, en resumen, "Como agua para chocolate" me ha sonado a más de lo mismo. Es cierto que tiene una estructura innovadora, comenzando cada uno de los doce capítulos con una receta de cocina. Todo lo bueno de este libro tiene que ver con la comida, la descripción de los platos, de los sabores y olores es muy evocadora. Todo lo demás, para mí, es bastante convencional. La historia no es nada original y el lenguaje carece de riqueza, los sucesos "mágicos" son cada vez más forzados, como si a la autora se le olvidara mientras escribe que está ensayando el realismo mágico y se viera obligada para justificarse a inventar alguna escena inverosímil para justificarlo. Quizás esta crítica es un poco dura, y estoy seguro de que cambiaría si no hubiese leído antes las dos obras antes mencionadas, pero es que ¡después de García Márquez no hay nada!
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