jueves, 19 de agosto de 2010

EL EXTRANJERO - Albert Camus


Albert Camus condensa en poco más de cien páginas uno de los mayores problemas sociales: la falta de valores. El señor Meursault sólo se mueve por el hambre, el calor o el deseo sexual que sienta en cada momento, sin consideraciones morales de ningún tipo. No tiene necesidad de afecto y vive al margen de todo. Es un extranjero porque está en otro país, pero también es un extranjero de sí mismo. Este sentimiento de alienación le llevará a cometer un crimen, sin saber muy bien por qué, a aceptarlo como un avatar más en su vida e incluso a justificarlo ante sí mismo.
Está narrado en primera persona por el mismo protagonista, con frases cortas y escuetas, que transmiten a la perfección el sentimiento de aburrimiento que siente y dotan a la historia de más patetismo. Me ha recordado un poco a Kafka, sobre todo la segunda parte, centrada casi exclusivamente por el juicio a Meursault por su crimen, aunque el agobio aquí no lo proporciona lo absurdo de la historia ni los hechos en sí, sino su posición ante todo, o más bien, por su falta.
Al final, Meursault es condenado, no por el crimen que cometió, sino por su actuación ante la vida, por su falta de interés moral o social, por su alienación.

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