Remake de un clásico del western del año 1957. James Mangold reproduce aquí todos los elementos del cine del oeste: pistoleros, diligencias, indios, duelos, bandas, whisky en salones con puertas de doble sentido, pocas mujeres y con poca relevancia, emboscadas, buscadores de oro, trenes... todo en la misma película y con el espíritu de las viejas películas de John Wayne: mucha acción y pocos efectos especiales. Lo más moderno quizás es el retrato de los malos, cercanos Russel Crowe y sobre todo Ben Foster a asesinos sádicos más actuales. El duelo entre Crowe y Christian Bale es lo mejor de la película, que aunque no se puede decir que sea mala, ni mucho menos, tiene una incongruencia en el tema central del argumento: el peligrosísimo forajido Ben Wade es trasladado al tren que lo lleva a la cárcel montado en un caballo y con sólo unas esposas como medida de seguridad. Me estás diciendo que estamos ante uno de los peores criminales del Oeste, no escatimas en mostrarme su maldad, pero toda la acción de la película me dice todo lo contrario.
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