Adaptación, casi al pie de la letra, de la novela de John Boyne que revolucionó el mundo editorial hace unos tres años. Y es que todo el mundo hablaba de este libro. La Alemania nazi vista a través de los ojos de un niño, hijo de un alto cargo militar de Hitler. El casi de antes se debe a una diferencia: la película es mucho más dura que el libro. La narrativa del film se sale un poco de la perspectiva infantil, y eso hace que lo que están contando sea mucho más crudo. Lo espeluznante de la historia, en el libro, viene sobre todo por lo que sabemos de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto. Bruno, el protagonista, cuenta su historia para que nosotros la relacionemos con la Historia. La película no puede permitirse ese lujo, y es mucho más directa y cruel. Se le puede achacar que frivolice un poco un tema tan doloroso para la humanidad, que se centre en un drama de una familia nazi (no olvidemos que el padre es una especie de director de un campo de concentración con crematorio) y olvide a las verdaderas víctimas de aquello, pero el mensaje de libro y película sigue siendo valioso.
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